– «¿En qué se diferencian las artes marciales de los deportes de combate?» (preguntaba un practicante en un foro).
Ante lo que alguien respondió:
–«Los deportes de combate son solo un juego, las artes marciales son mucho más serias»
Reflexionemos…
¿Qué es un juego?.
¿Son o no son un juego las artes marciales?.
Es difícil definir al juego. Es una actividad compleja, propia de los organismos inteligentes cuya función fundamental es el aprendizaje. A mayor inteligencia del organismo, mayor complejidad de los juegos e incluso su función (los humanos no jugamos sólo para aprender).
Es imprescindible en el desarrollo cognitivo durante la infancia y posiblemente, de gran importancia durante el resto de la vida.
Diversos autores se han aventurado a proponer definiciones y aunque difieren, tienen todas ellas los siguientes puntos en común:
– Es una actividad libre.
– Es una actividad creativa, espontánea y original. El resultado del juego fluctúa, pues hay cierta incertidumbre que además es un estímulo motivante más.
– Tiene finalidad en si misma… gratuíta, desinteresada e intrascendente.
– Es ficticio. Se desarrolla en un mundo aparte.
– Hay un acuerdo social establecido entre los jugadores (reglas).
– Se localiza en una limitaciones espacio temporales (es decir, se realiza en un lugar y dura un tiempo).
El deporte difiere del juego en tres puntos:
– Siempre es competitivo (con alguien o uno mismo).
– Las reglas son rigurosas (para todos igual y en todo el mundo).
– Está institucionalizado.
Si además es profesional, pierde uno de los puntos importantes de la definición de juego: Su finalidad en si misma. Ahora tiene como objetivo el entretenimiento de los espectadores (un espectáculo más) y supone el «oficio» del deportista.
Los tigres aprenden a pelear jugando. Si aprendieran peleando de verdad no habría tigres.
Era un de las citas favoritas de mi Sifu de Choy Li Fut, y no le faltaba razón.
¿Son las artes marciales un juego o no?.
Vamos a analizar las afirmaciones más extremas que dicen:
«Las artes marciales son para defender tu vida… no un juego».
«Las artes marciales nacieron por y para la guerra»
Aparte de lo discutible de estas afirmaciones (sobre todo la segunda, pero eso es tema de otra entrada), veremos que el concepto juego no es para nada incompatible con ellas.
La situación concreta de «defender tu vida», por supuesto que no es un juego.
Pero esa situación no provocada, que te puede acontecer seas o no artista marcial no te define como tal.
Lo que te define es el entrenamiento técnico, físico, psicológico, estratégico, etc. que realizas para afrontar esa situación.
¿Y cómo se hace esto?.
Tendrás que delimitar y lugar y un tiempo para practicar. Someterte a unas convenciones técnicas (más o menos sometidas a la creatividad dependiendo del estilo), generar un marco ficticio para «acercarte» a la realidad a la que se quiere parecer, respetar unas reglas para protegerte… ¿No es esto un juego?.
¿No es igual que los tigres cuando juegan? ¿o acaso los tigres no aprenden a pelear?.
Además es una actividad libre y lúdica (si no te gusta no lo haces).
Tampoco es un juego la guerra… ¿pero que me dices de su entrenamiento?.
Para algunos no lo será, para aquellos soldados no vocacionales donde entrenar es una «tortura».
El problema es que identificamos al juego con la falta de seriedad, rigor o dureza. Pero es todo lo contrario.
Cuando vemos a un niño jugar, el sabe que juega sin embargo se introduce por completo en ese mundo ficticio y se emociona realmente: Llora, se enfada, se alegra…
Sólo si eres capaz de introducirte en el mundo «ficticio del juego» estás jugando. Y es ahí donde se produce el aprendizaje real.
Mundo ficticio es aquel que no acontece en ese momento, aunque podría acontecer… no necesariamente un mundo irreal.
Cuando un maestro hace una forma, parece fuera del contexto real… ¡está luchando!. Una forma sin «emoción», un entrenamiento sin «corazón» no lleva más que a cansarnos.
Pero además de todo esto, ¿que me dices de las artes marciales clásicas donde se manejan armas antiguas como un sable?.
Puedes argumentar que la habilidad del sable se transfiere al palo pero ¿por qué entonces no aprendes el palo directamente?. ¿No hay también un elemento romántico y lúdico?.
¿Y la ritualización del entrenamiento en todas las artes marciales clásicas?. ¿No tienen cómo función el separarnos más de nuestra cotidianeidad?.
Cuanto más vital es el aprendizaje que necesitemos, más conveniente es la necesidad de jugar para ello. Por algo el juego es el mecanismo natural que la naturaleza nos ha dado como mamíferos superiores.
Y dejo un punto para el final:
– El juego tiene finalidad en si mismo.
Realmente pocas actividades de los adultos tienen finalidad en si mismo. Están supeditadas a objetivos. Incluso, paradógicamente, nos inventamos juegos con finalidades (juegos educativos, juegos de entrenamiento físico…) donde la palabra «juego» significa sólo «que parezca divertido«.
Por esto, si damos una finalidad a las artes marciales, como la defensa personal o la «guerra», podrían estar igual en el marco del juego (juegos con una finalidad de aprendizaje).
Sin embargo, cuando las artes marciales se funden con el espíritu Zen (o Chan, o Taoista), son unas de las pocas actividades que cumplen plenamente con esta afirmación.
Podemos decir sin ninguna duda, que las artes marciales, al adquirir su dimensión más espiritual, se ganan plenamente el apelativo de juego.
¿Son diferentes las artes marciales y los deportes de combate?.
Posiblemente si… aunque las diferencias pueden difuminarse más de lo que creemos a simple vista. Pero no es en el carácter de juego donde está la diferencia… a no ser que pienses que las artes marciales, en su última y más elevada acepción, son la representación más plena de lo que representa el juego.