Internet «humanizando» la enseñanza.

Internet es parte ya de nuestra vida y pese a los peligros que representa, es sin duda un gran avance.

Sabemos que es una gran fuente de información, aunque también de confusión y manipulación.

Pero hay, en mi opinión, un efecto inesperado: Podría humanizar la educación.

Si, efecto humanizador, siempre y cuando tengamos capacidad de adaptación y de reacción.

Los cursos online, son los que en mi opinión, obrarán ese milagro.

Voy a intentar justificar esta singular y atrevida afirmación.

Desde la antigüedad, se ha usado una enseñanza maestro a discípulo. Había una transmisión de conocimientos pero sobre todo se establecían unos lazos de tipo afectivo. El maestro era mentor, modelo y consejero. Había un respeto forjado desde la admiración.

Con la generalización de la educación en occidente, desde el S. XIX, empezó a surgir una educación más impersonal. Un experto daba una clase magistral a un grupo más o menos grande de alumnos.

Este modelo ha ido afectando a los demás ámbitos niveles, siendo el más aceptado hoy en la educación formal.

Los profesores son ahora meros trasmisores de conocimientos. A su vez, el conocimiento es una acumulación de información, donde la «sabiduría», en la acepción clásica de la palabra, tiene poco o nada que ver con la enseñanza.

Sigue siendo actual la sentencia «los niños entran en el colegio queriendo aprender y salen queriendo aprobar».

La educación es un mero trámite social para la consecución de títulos y paso de etapas.

En nuestras artes marciales, debido a una larga tradición, se ha conservado durante más tiempo la relación maestro-discípulo, pero pienso que hoy es sobre todo un aspecto más bien romántico, que rara vez se conserva. Nuestra «todopoderosa» estructura academicista tiene una sombra demasiado larga.

La evolución de estos modelos impersonales a las plataformas online es natural. En comparación ofrecen muchas más ventajas: Mayor agilidad, más información, comodidad, administración del tiempo, mejor gestión de los recursos personales, mejor adaptación a las necesidades cada vez más cambiantes…

Las universidades tal y como las conocemos tienen sus días contados. Y todas las instituciones educativas, incluidas nuestras escuelas de artes marciales, deben evolucionar.

¿Cómo podrán sobrevivir a la oferta online?.

Pues aportando aquello que internet no puede dar. Aquello a lo que empezamos a renunciar hace años.

Si el maestro es sólo un mero trasmisor de información, es una especie a extinguir.

Necesita volver a las raíces. Se deben retomar las relaciones maestro-discípulo, artesano-aprendiz. Lo afectivo debe tomar un protagonismo especial.

Al maestro deberá conocer bien a su alumno haciendo gala de una especial empatía y así individualizar de verdad su enseñanza. Transmisión de «espíritu a espíritu».

De esta manera, sería cierta la afirmación de las artes marciales tradicionales de que un maestro es como «un segundo padre».

Los demás, los de las clases masificadas y fórmulas fijas. Los que sólo dan información. Los que simplemente enseñan lo que han aprendido. Los que no son capaces de empatizar… podrán ser fácilmente sustituidos por un curso online.

Sólo la relación de aprendizaje recíproco, donde los roles maestro y discípulo muchas veces se invierten, donde hay una relación humana mucho más allá de la tradición, sobrevivirá.

Se cumple una vez más el dinamismo de los ciclos yin-yang… Cuando una fuerza llega a su cúspide, decrece y su fuerza contraria empieza a florecer. Los cursos online representan la cúspide del academicismo. Pone en relieve las ventajas y las carencias de esta forma de ver la enseñanza y conseguirá despertar su opuesto, la educación humanizada.

No temamos a las tecnologías. Debemos aprovecharnos de su capacidad de ofrecernos información. Y nos debemos formar para saber gestionarla. Y por supuesto, volvamos a buscar las relaciones maestro-aprendiz que llenarán ese vacío que esa educación academicista, que realmente empezó hace tiempo, nos ha dejado.

Y si eres maestro, intenta aportar aquello que las tecnologías no pueden… calidad humana, empatía e inspiración.

Internet puede marcar una época dorada en la enseñanza, donde las relaciones humanas pueden centrarse en la afectividad y los valores, pues la información es accesible con relativa facilidad. Ya no hay secretos.

Solo la «enseñanza silenciosa», la que va de corazón a corazón, la que se transmite con la mirada o el tacto, tendrán un auténtico sentido en nuestro ámbito marcial. Lo demás lo tenemos «a un click».

Por eso, pienso que internet va a despertar la parte más humana que tenemos. Porque lo humano también es práctico.