En un mundo de prisas, objetivos a cubrir en un tiempo marcado, rendimiento y «atoexplotación», nuestro entrenamiento en las artes marciales debería ser un oasis. Un lugar, tanto real físico como virtual, donde romper esa tendencia aunque sea durante unos momentos.
Sin embargo, esa mentalidad del estrés, invade hasta esta dimensión que debería ser íntima y personal.
El deporte, en cuanto deja de ser juego, se convierte en una actividad hacia el rendimiento. Y aunque esta visión debería ser propia sólo del deportista profesional, de alguna manera condiciona a todos los deportistas que soñamos con imitarlos.
Las artes marciales, hace tiempo que dejaron de emplearse como tal para la guerra. En occidente sobrevivieron convirtiéndose en deportes y en oriente, dándoles una dimensión espiritual.
La espiritualidad oriental está lejos de esa visión del rendimiento. No significa que no se trabaje, que no haya esfuerzo. Todo lo contrario. Pero es un esfuerzo hacia una meta que no conocemos y con unos fines que no se pueden concretar. Hablamos de espiritualidad, autoconocimiento o más exactamente, de «beber de la fuente original». La práctica marcial es objetivo y fin en si misma, sin meta ni propósito… puro Zen.
En los últimos años, ambas visiones del mundo se han mezclado, aunque en mi opinión, la visión de rendimiento, de lucha por una recompensa, es la dominante.
Y lo es porque es la idea central de nuestra actual civilización.
En las siguientes entradas comentaré tendencias que muestran esa forma de ver la vida. Desde el mero acondicionamiento físico hasta las raíces filosóficas de lo que hacemos.
Que sirva de aperitivo la nueva tendencia de acondicionamiento físico:
Entrenamientos breves e intensos:
¡Ponte en forma con 20 minutos al día!
¿Es esto realmente eficaz?.
Como profesor de educación física y por mi experiencia de muchos años entrenando puedo decir… es una verdad a medias.
Los entrenamientos en circuitos, intérvalos intensos, etc. no son nada nuevo. Son eficaces y personalmente me gustan.
Pero ¿se pueden hacer en veinte minutos?.
Para alcanzar un grado óptimo de intensidad de forma útil y segura, hace falta una buena puesta en acción o calentamiento. Será más largo y riguroso que el que haríamos para un entrenamiento menos intenso y más sostenido. Al terminar, también precisamos de una vuelta a la calma más larga. En resumen, para entrenar 20 minutos intensos necesitaremos disponer de alrededor de una hora.
Como ejemplo, a mi me gusta correr 1 Km. al la máxima intensidad posible. Es poco más de tres minutos. Pero para hacerlo y sentir que es un entrenamiento seguro y eficaz caliento casi 20 minutos (carrera suave, técnica de carrera… ) e invierto unos 10 de carrera suave para volver a la calma. ¡Treinta y cinco minutos para correr a tope alrededor de tres minutos!.
Con esto quiero decir que entrenar corto e intenso puede ser útil… entrenar con prisas definitivamente no.
Un comentario en “Las artes marciales en un mundo de prisas.”